Texto: Velma Mayén
Proclamada como la ciudad más innovadora del mundo en 2013, Medellín, “la ciudad de la eterna primavera”, nos recibe con sus cielos limpios, valles anaranjados y montañas eternamente verdes. La capital de Antioquia huele a jazmines, a perfume de flores exóticas; sus noches son siempre de luna, y durante el día, los cielos resaltan el color azul profundo del mar.
Esta ciudad antioqueña es el punto de partida para descubrir, sin prisa, tres Pueblos Patrimonio, escondidos detrás de sus montañas.
Santa Fe de Antioquia
Como un bálsamo para el alma y el espíritu, esta población recibe a los viajeros, con sus fachadas blancas y balcones llenos de color, con sus calles adoquinadas y plazas, donde el tiempo transcurre con calma. Durante el día, viajeros venidos de todos los rincones del mundo, descansan bajo la sombra de las ceibas y framboyanes, mientras disfrutan del tradicional café tinto con leche.
Santa Fe es la antigua capital de la colonia, y sus construcciones virreinales son testigos de su historia; se dice que este pueblo blanco, es la madre de la cultura paisa, pues fue fundado en 1541 y también habitado por esclavos, quienes moldearon con paciencia parte de las tradiciones de este lugar. Cuentan que también es la tierra del tamarindo y de las frutas, perfecta para sorprender al paladar con nuevos sabores tropicales.
Hay que caminar el parque principal, también conocido como plaza mayor, para conocer el templo más representativo del lugar, la Catedral Metropolitana, de arquitectura renacentista, que fue edificada entre 1797 y 1837, para honrar a la Inmaculada Concepción, patrona de los lugareños; es un edificio que mide 47 metros de altura, y en su interior resguarda joyas y galerías de arte sacro. .